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El liquidámbar (Liquidambar styraciflua) es un árbol caducifolio originario de América del Norte y América Central, conocido por su impresionante belleza estacional. Puede alcanzar entre 20 y 30 metros de altura y se distingue por su tronco recto, corteza profundamente fisurada y hojas palmadas de 5 lóbulos que se asemejan a las del arce. Su mayor atractivo radica en el cambio de color de su follaje en otoño, que va del amarillo al rojo intenso y al púrpura. Además, produce frutos en cápsulas esféricas que contienen semillas aladas. Es apreciado tanto por su valor ornamental como por su capacidad para mejorar la calidad del aire en áreas urbanas.
Cultivar un liquidámbar requiere un suelo bien drenado y ligeramente ácido, con buena exposición solar para fomentar su crecimiento y coloración vibrante. Es tolerante al frío, aunque prefiere climas templados y húmedos. Se planta mejor en otoño o primavera, asegurándose de mantener un riego constante durante los primeros años hasta que desarrolle raíces profundas. No necesita demasiada poda, excepto para eliminar ramas muertas o dañadas. Este árbol puede prosperar en jardines amplios, parques y calles, siempre que haya espacio suficiente para su desarrollo pleno.
